Description
La Malaria también llamada paludismo, es una enfermedad parasitaria intracelular causada por la infección por una o más de cualquiera de las cuatro especies de parásitos protozoarios: Plasmodium vivax, que es la más común en Guatemala, Plasmodium falciparum es la más grave o mortal, Plasmodium ovale y Plasmodium malariae. La enfermedad es transmitida al humano a través de la picadura del mosquito infectivo hembra del género Anopheles (1). La mayor parte de éstos vectores se alimentan de noche y en las primeras horas de la mañana. Se caracteriza por síntomas repetitivos principalmente fiebre intermitente, sudoración y escalofríos. La forma más grave del paludismo es por Plasmodium falciparum y presenta un cuadro clínico muy diverso con una o varias de las siguientes manifestaciones: fiebre, escalofríos, diaforesis, anorexia, náusea, lasitud, cefalea, mialgias y artralgias. Después de unos cuantos días a menudo aparecen anemia, esplenomegalia o ambas. (2) Si no se trata adecuadamente, la enfermedad puede evolucionar hacia un cuadro grave cuyas manifestaciones más importantes son: encefalopatía aguda (paludismo cerebral), anemia grave, ictericia, insuficiencia renal (hemoglobinuria), hipoglucemia, dificultad respiratoria, acidosis láctica y, con menor frecuencia, alteraciones de la coagulación diseminada y choque. Es indispensable el tratamiento inmediato del paludismo por P. falciparum, aún en los casos leves, porque pueden aparecer rápidamente complicaciones irreversibles. El paludismo humano por P. vivax por lo regular no causa la muerte. (2) En el hígado, algunos esporozoitos de P. vivax y de P. ovale se convierten en formas latentes (hipnozoitos), que permanecen en los hepatocitos y, al cumplir el ciclo exoeritrocitico, meses o años después, producen recaídas. La inyección o transfusión de sangre infectada y el empleo de agujas y jeringas contaminadas también pueden transmitir el paludismo. Rara vez hay transmisión congénita. En las zonas de transmisión intensa, P. falciparum puede infectar la placenta y ocasionar bajo peso al nacer, así como anemia grave en la mujer gestante. (1) El lapso entre la picadura del mosquito infectivo y la aparición de los síntomas es en el caso de Plasmodium vivax de 12 a 18 días, Plasmodium falciparum de 9 a 14 días, Plasmodium ovale de 12 a 18 días y de Plasmodium malariae de 18 a 40 días. Algunas cepas de P. vivax, principalmente de zonas templadas, pueden tener un periodo de incubación de 8 a 10 meses o más largo. Cuando la infección se debe a una transfusión de sangre los periodos de incubación dependen del número de parásitos inoculados y suelen ser breves, pero pueden llegar hasta dos meses. La supresión subóptima con medicamentos, como sucede con el tratamiento supresivo, ocasiona periodos de incubación prolongados. (1,3) El período de transmisibilidad de los seres humanos a los mosquitos es durante todo el tiempo que alberguen gametocitos infectantes en la sangre; esto varía según la especie del parásito y la respuesta al tratamiento. Los pacientes no tratados o insuficientemente tratados pueden ser fuente de infección para los mosquitos hasta cinco años en el caso de P. vivax, y por lo regular no más de un año con P. falciparum; el mosquito se mantiene infectivo durante toda su vida. La sangre almacenada puede ser infectante durante un mes, como mínimo. (1,3) La malaria continúa siendo un problema de salud pública, ha provocado una campaña mundial para su erradicación y fue causa fundamental para la creación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) (1). La malaria es una prioridad de salud a nivel mundial. Ocurre en 99 países y más de 3 mil millones de personas están en riesgo de adquirir la enfermedad. Según las estimaciones de la OMS, en el 2010 ocurrieron 219 millones de casos de malaria (intervalo entre 154‐289 millones) y 660 000 muertes (intervalo entre 490 000‐836 000) a nivel mundial. (2) Según el Informe Mundial sobre el Paludismo 2012, respecto a la vigilancia de la malaria, los sistemas actuales de vigilancia de la malaria detectan solo el 10% de los casos estimados anualmente. Las tasas de detección de casos son menores en países con mayor cantidad de casos de malaria. (2) “los sistemas de vigilancia son débiles donde la carga de malaria es alta. Existe una necesidad crítica de fortalecer la vigilancia para malaria en los restantes 41 países que aportan el 85% de los casos estimados, de forma que los programas puedan identificar y dirigir recursos hacia la población más necesitada, responder a brotes de la enfermedad y evaluar el impacto de las medidas de control”. (5) Según información proporcionada por OPS, el país ha sido estratificado en zonas de alto, mediano y bajo riesgo, las cuales tuvieron tasas de incidencia de 25.9, 6.3 y 2.2 por cien mil habitantes en el año 2001, respectivamente. Según información proporcionada por el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social, en el 2001 la población en riesgo de padecer malaria fue 3,945,988 y los principales territorios en zonas de alto riesgo eran Alta Verapaz (34% de los casos totales del país); Ixcán (parte del Quiché, con el 13% de los casos totales); Petén Suroccidental, Petén Suroriental y Petén Norte (partes del Petén que aportaron el 19%, 11% y 3% de los casos totales). El sistema de vigilancia de la malaria en Guatemala se estableció en la década de 1990 con la desconcentración hacia los departamentos del personal operativo de la antigua División de Malaria del MSPAS y se originó la Coordinación de Enfermedades Transmitidas por Vectores. En los primeros años se trabajó con metas de erradicación, posteriormente se llevó a cabo un proceso de readecuación técnico‐normativa, en el 2001 se llevó a cabo un proceso de fortalecimiento en la capacidad de diagnóstico y en el 2002 se elaboró el Plan Nacional de Promoción, Prevención y Control de la Malaria. (4) La estratificación de las áreas de riesgo se ha realizado utilizando el Indice Parasitario Anual (IPA). Siendo la estrategia actualmente aprobada en el Plan Estratégico Nacional priorización de la vigilancia epidemiológica, la detección temprana y el tratamiento adecuado de los casos, la participación comunitaria y el control integral de vectores. Como parte de la iniciativa “Hacer Retroceder la Malaria” se aplican medidas para el control integral de vectores, se promueve que sean adecuadas a la realidad local e incluyen: medidas físicas de control de criaderos y uso de barreras (pabellones impregnados), control biológico mediante Bacillus sphaericus, peces larviboros (Poecilia reticulata y Gambusia spp.) y el uso limitado de insecticidas de acción residual (piretroides, carbamatos y larvicidas). Se pretende que el análisis de la vigilancia y las acciones realizadas, con la participación comunitaria (Grupos de Acción Social), se reduzcan los casos por P.vivax y P.falciparum. Esta enfermedad sigue siendo un problema de salud pública en el departamento de Baja Verapaz, en donde las condicionantes sociales: la pobreza y pobreza extrema, el hambre, la falta de empleo, de educación y acceso a servicios esenciales de salud; en donde permanecen las desigualdades que se expresan en la mortalidad materna, infantil y de la niñez, sumado a otras condiciones como la tropicalidad, hacen de la enfermedad una causa frecuente. Es importante conocer la situación actual de la malaria en Baja Verapaz, mediante el análisis de los datos del sistema de vigilancia epidemiológica del sub programa de malaria, con el objetivo de evaluar la eficacia de las acciones de prevención y control realizadas en el departamento de Baja Verapaz, donde actualmente se realizan esfuerzos mediante cooperación internacional, a través de programas de control de la malaria con acciones en sus ocho municipios, los cuales han sido sujeto y objeto de las acciones del Proyecto Malaria, del fondo global.